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REFLEXIONES DE UNA ESCRITORA DE VACACIONES


Sé que lo que pone en el título, pero ¿está un escritor alguna vez de vacaciones? ¿Acaso podemos irnos de vacaciones de nuestra cabeza?


En los últimos años he escrito todas las ideas que tenía acumuladas y que pugnaban por coger forma. Ahora tengo que escarbar en el pozo de las ideas para hacer un pequeño relato. No obstante, eso no quiere decir que ya no vaya a poder escribir nada más. Las ideas vienen de vivencias buenas y, sobre todo, de las malas. Pueden surgir a raíz de reflexiones y mientras disfruto de cualquier obra de ficción en cualquiera de sus formatos.


Además, hay otro motivo por el que no escribo de forma regular estos días. Ahora me planteo con mayor seriedad qué es escribir en realidad y a dónde se quiere llegar con ello. Las historias son uno de nuestros alimentos desde tiempos inmemoriales. Tienen la capacidad de llegar a nuestro cerebro y hacerle sentir emociones, desde las más básicas hasta las más complejas. Un acto tan cotidiano como teclear en un portátil puede tener grandes efectos sobre los lectores. Por otro lado, una historia no es simple cotilleo que te cuenta la vecina. Esperamos de forma consciente o inconsciente que nos aporte una lección de vida, un aprendizaje o una reflexión sobre algo que nunca nos habíamos planteado. Si no lo hace, se percibe como vacía, mero entretenimiento como el contenido aleatorio que nos aparece en las redes sociales, pero que no llega a ningún lado. Es, por tanto, responsabilidad del escritor, emocionar y aportar algo a los lectores de sus historias. Por eso, antes de teclear de nuevo, me aseguraré de que puedo lograr esto.


Otro motivo por el que descansa mi “pluma” es que aún no conozco del todo a la persona que firma mis novelas. En la página de inicio de mi web se puede leer la frase de Freud «El que mira hacia alrededor, sueña; el que mira dentro de sí mismo, despierta». En el duermevela en el que me encuentro ahora mismo, estoy descubriéndome de verdad y redefiniendo el filtro a través del cual veo la realidad. Puede que me cueste mucho tiempo desperezarme, pero, cuando lo haga, estaré más preparada para volver a plasmar tinta sobre papel (virtual).


Mientras tanto, las ideas seguirán acudiendo a mí como espíritus tratando de hacerse oír. Espero que pronto llegue el día en el que pueda atraparlas a todas y hacerlas brillar.




¿A ti qué te gusta de las historias?
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